19/Marzo/2021
“1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones…
3 Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí…
8 Hazme oír gozo y alegría; que se regocijen los huesos que has quebrantado.”
Salmo 51:1; 3; 8.
Nuevamente nos encontramos con el pecado del rey David, pero ahora podemos verlo desde la perspectiva de él y en arrepentimiento, en uno de los salmos más emblemáticos y que sin duda es de mucho provecho. Pido que te tomes el tiempo no solo de leer todo el salmo, sino que también lo puedas reflexionar por completo. Aquí cuentas con un sencillo hilo conductor.
Algo que debemos notar desde el comienzo es como David recurre en primer lugar a la piedad de Dios y a su carácter, “conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión”. No recurre a la vez que venció a los filisteos, o a los tiempos en que David obedeció y adoro a Dios fielmente, ni siquiera recurre a los sacrificios requeridos en la ley, sino solamente a la misericordia y a la inmensa compasión de Dios. Esto habla a nuestras vidas y nos recuerda que el perdón de Dios no proviene de nosotros mismos, nuestra bondad no puede provocar el amor de Dios, sino que su amor y misericordia son siempre hacía nosotros. De la misma forma, ante nuestro pecado Dios siempre está pronto a perdonarnos y podemos confiar en su misericordia y fidelidad. David continúa a confesar su maldad: “Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí” esta figura de tenerlo “delante de mí” expresa la culpa, de tener presente constantemente el peso en la consciencia del pecado.
A pesar de que David pide el perdón y acude a la misericordia del Señor, nunca minimiza su pecado, no hay pretensión alguna de que ante la maldad de David Dios pueda simplemente hacerse de la vista gorda y eso es algo que también debemos recordar, pero no debemos confundirlo con la idea de que en Dios se despierta una ira como en los hombres y que pasa a una actitud de rechazo. Por eso el arrepentimiento es necesario, porque el pecado tiene consecuencias, porque la maldad crece y porque su fin es la muerte. Pero el arrepentimiento tiene un costo, como dijo R. C. Sproul, arrepentirse es afrontar que no somos tan buenos como pensamos, que nos equivocamos, que nuestros errores tienen un costo, para mí o para otros. Arrepentirse cuesta, pero nada más puede liberarnos de nuestra maldad y errores. Arrepentirse es doloroso para el ego, pero abre la puerta de la restauración, y esa es la razón de porque Dios lo desea de nosotros, porque su perdón esta siempre abierto, Dios no rechaza a nadie que llegue a él, y el arrepentimiento en respuesta, es reconocer nuestro camino erróneo y faltas, volver a él y con fe abrazar su perdón y a su persona.
Pero el arrepentimiento no acaba en el dolor y la culpa, Dios no pide que vivamos haciendo penitencia y en la auto conmiseración, sino que nos levantemos y continuemos. Arrepentirse de nuestro camino alejado de Dios para volver a él acaba en restauración, en vida y amor, entonces viene el fruto del gozo a consecuencia. Lo que se espera de estar en relación correcta con el Creador y Dador de vida es la plenitud de la persona, un gozo autentico: “Hazme oír gozo y alegría; que se regocijen los huesos que has quebrantado”. Del dolor del arrepentimiento nace el gozo, aquel que viene de saber que Dios nos ama, que nos acepta y que quiere el bien nuestro, que nos ha perdonado y que en Cristo tenemos y conocemos ese perdón y esa actitud de amor de Dios. Reconocer nuestros pecados y errores nunca será cosa fácil, pero no hacerlo significa vivir bajo la esclavitud de ese pecado, esperar sus consecuencias con más fuerza y rechazar el perdón que Dios nos ofrece.
Aplicaciones:
- En nuestro caminar constantemente hay errores y pecados, debemos reconocerlos como tal y ver el daño que han causado a nuestra vida y a las de otros.
- Acude al Señor a ser confrontado por él, pero también a ser restaurado y sanado en su amor, sabiendo que el perdón siempre está abierto, pues nuestro Dios es grande en misericordia.
- Cambia, recuerda que el arrepentimiento es cambio de dirección.
Daniel Ávila.
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