24/Abril/2021
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Hebreos 12:2
Hay una pelicula que me encanta, y siendo honesto cada que puedo la vuelvo a ver, y de verdad me fascina el contenido, esta pelicula se llama “El gran showman”, una pelicula que tiene un contenido realmente retador y alentador. Este hombre llamado P. T. Barnum era pobre, pero sabe que es diferente, y llega un punto que de tener nada comienza a tenerlo todo, crea un circo, se asocia con un hombre de clase alta, conoce a la reina e inclusive genera un acto humano de amor por todas las personas sin importar su color, ni su estatura y mucho menos su aspecto facial. Todo aquello que siempre soñó tener, una vida increíble junto a una familia fantástica, y ciertamente su mayor propósito era darle a su familia una vida increíble, y ahí es donde verdaderamente estaban puestos sus ojos. Pero al pasar el tiempo, al subir la fama y llegar a todo el mundo se le comienza a subir y pierde de vista su propósito a tal grado de perder todo, negocio, familia, amigos y todo por no observar lo verdaderamente importante.
Siendo sincero la mayor parte del tiempo nuestros ojos estan puestos en otro lado, dejamos de lado a aquel hombre que es el consumador de nuestra fe, aquel hombre que si no fuera por ÉL, seguiríamos muertos en nuestros delitos y pecados. Nuestros ojos no estan puestos donde verdaderamente deben estar puestos, puestos en Jesús el cual sufrio la cruz, Jesús aquel que sufrió el desprecio. Aquel que se nego así mismo por amor a nosotros. Honestamente, en muchas ocasiones me siento como P. T. Barnum, porque pensando estar con reyes y reinas, creyendo ser alguien, buscando ser alguien, deseando lo que no tengo más que otra cosa; me deslindo de aquella visión puesta en mi redentor. Pero cuando vuelvo y veo la cruz, me recuerda que todo lo que hago, y mis propósitos deben ser pensados en sus propósitos e inclusive que todo eso que pienso que tengo, todo aquello que anhelo no tiene un valor mayor a ÉL.
Y me pregunto ¿A caso esto es mayor que mi Dios? Definitivamente no lo es. Podrán impresionarte muchas cosas del mundo, pero, no tiene sentido si tus ojos no estan puestos donde verdaderamente deben estar, ¿De qué sirve ver lo externo y no lo interno? Por lo cual es necesario recordar que nuestros ojos deben estar en aquel que sufrio la cruz, Cristo nuestro Dios, nuestro Señor y nuestro Salvador Jesucristo.
Cuando este hombre cae en cuenta de todo lo sucedido comienza una canción y una parte de la canción dice lo siguiente:
“Y de hoy en adelante, a estos ojos no lo cegaran las luces, de hoy en adelante; de hoy en adelante lo que se esperaba mañana, comienza esta noche, esta noche, y que mi promesa suene como un himno en mi corazón, de hoy en adelante.”
Y hoy quiero que ni las luces nos ciegen de Jesús, que lo que esperabamos mañana para hacer con el Señor, lo hagamos ahorita, y que esa promesa suene como un himno en nuestro corazón, que esa promese resuene todos los días en nuestra mente y en nuestro corazón, porque aquel hombre entrego su vida por nosotros y hoy estaba sentado a la diestra de Dios, por eso merece nuestra más alta admiración y atención.
Luis Ortiz
Luis es estudiante de la Lic. En Teología en el Instituto Bíblico La Roca. Mexicano. Sirve en su iglesia a medio tiempo en el ministerio juvenil así como trabaja para un proyecto de radiodifusión en su vertiente religiosa como en su vertiente secular. Luis es uno de nuestro colaboradores de Proyecto Inspira.
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