20/Abril/2021
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
1 Juan 2:15-17
Hoy en día el cristiano está siendo asecho por uno de sus enemigos (el mundo). Hoy en día vemos cristianos viviendo en comodidad con las cosas que el mundo ofrece, podríamos decir que son cristianos pasivos conformándose más y más con los deseos del mundo. La primera carta de Juan fue enviada a un grupo de cristianos que estaban siendo influenciados por falsos maestros, estos falsos maestros negaban la encarnación de Cristo, enseñaban que se podía vivir en comunión con Dios, estando en pecado, entre otras cosas. Algunos supuestos cristianos habían salido de la iglesia porque sus enseñanzas no encajaban con la ética cristiana, así que, salen de la iglesia para enseñar sus doctrinas en el mundo donde sí eran aceptadas. A causa de estos falsos maestros que enseñaban doctrinas erróneas, el apóstol Juan se ve obligado a escribir esta carta con el fin de enseñar la verdadera doctrina.
Juan da un mandato diciendo: “No ameís al mundo”, pero ¿Por qué Juan escribe esto? Los falsos maestros enseñaban que se podía vivir en pecado y poder llevar una relación con Dios, en comparación a esto, Juan da otorga el mandamiento (No ameís al mundo), pero también dice: “Ni las cosas que hay en el mundo”. Podríamos decir que: “no debemos amar las cosas que hay en el mundo, amar al mundo podemos resumirlo a cualquier cosa que quite nuestra atención de Dios y las cosas espirituales de nuestra vida. Cualquiera que ame al mundo, el amor del Padre no está en él, porque los deseos de la carne ni los (deseos) de los ojos, ni la vanagloria de la vida provienen del Padre sino del mundo”. La palabra “deseo” usada en este pasaje, se refiere a un deseo específicamente por lo prohibido, ejemplo: podría ser codicia o pasión. El deseo es dar tu corazón a algo o alguien, vivir por ese algo o ese alguien, podría ser nuestro deseo al sexo, al dinero, al trabajo, la televisión, la pornografía e incluso, podría estar nuestro deseo en una persona, el vivir por los placeres del mundo no proviene de Dios, sino del mundo mismo.
Vemos hoy en día que hay personas que se apartan de la iglesia porque su pecado no hace armonía con los principios bíblicos y terminan aceptando cualquier otra ideología y/o filosofía que se amolden y acepten sus pecados, y así seguir viviendo en pecado. Por eso se nos manda a no amar al mundo, no entregar nuestro corazón a los placeres de la vida. También el mundo y lo que hay en el son temporales, los placeres de la vida solo son por algún momento y después vuelves con el vacío de siempre, el placer no te garantiza nada más que satisfacción momentánea y una dependencia a algo, pero el hacer la voluntad de Dios nos permite permanecer para siempre, la vida eterna y vivir completos en el mundo.
Aplicación:
- Examinar nuestra vida: Siempre es importante examinar que es lo que está en primer lugar en nuestra vida y si realmente amamos más a Dios que al mundo, si hay un hábito, una persona o un placer que esté por encima de Dios.
- Cuidar nuestros ojos y nuestra carne: Cuidar siempre lo que estamos viendo, todo lo que llegamos a ver con nuestros ojos se queda en nuestra mente y después nuestra mente trae estos pensamientos pecaminosos. Cuidar lo que hacemos con nuestro cuerpo, desde el sexo desmedido hasta llegar a comer más de lo normal.
- Hacer la voluntad de Dios: Recuerda que hacer la voluntad de Dios es para vida eterna, busca hacer la voluntad de Dios y pide en oración a Dios que te enseñe a hacer su voluntad.
Javier Ureña
Javier es estudiante de la Licenciatura en Teología en el Instituto Bíblico la Roca. Mexicano de nacimiento, Javier se incorpora como colaborador del Proyecto Inspira.
Comentarios
Publicar un comentario