10/Mayo/2021
“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”
Efesios 4:32 NVI
Todos hemos sufrido alguna ofensa a lo largo de nuestra vida. Una ofensa que pudo ser grande o pequeña, según solemos clasificarlo o según se determina por los códigos de conducta, reglamentos, etc. Incluso pudo haber sido una ofensa pequeña, pero, que causó gran dolor en nuestros corazones. No sé cómo haya sido para cada uno de ustedes, pero, todos hemos sido ofendidos de alguna u otra manera, desde una sola vez, hasta cientos o miles de veces.
Pedro se acercó en una ocasión a Jesús y le preguntó: -Señor, ¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? –No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces –le contestó Jesús- (Mateo 18:21-22). Es difícil tan solo pensar en perdonar a alguien una vez, y la verdad es, que es mucho más difícil pensar en siete o hasta setenta veces siete, pero, no es imposible, Dios nos lo pide y nos enseña cómo hacerlo.
Pero… ¿Qué cosas tenemos que perdonar? ¡Todo! Perdonar al amigo que nos dio la espalda, al hermano que nos golpeó, a la persona que nos robó dinero, a quien habló mal de nosotros, al papá que nos abandonó o que aún estando presente, sus labios estuvieron más cerca de una botella que de nuestras mejillas, a la mamá que nos exigió más de lo que podíamos soportar, al maestro/a que nos exhibió frente a toda la clase, etc. La lista puede continuar. En una ocasión después de haber pasado por un momento muy difícil en mi vida, comencé a entender este pasaje donde se nos dice muy claramente: Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial (Mateo 6:14). Yo, siendo una hija de Dios con muchos errores, fallas y pecados, necesitaba y quería recibir ese perdón de Dios y lo que tenía que hacer para recibirlo era PERDONAR. Tenía que ser obediente a lo que Dios nos pide en su palabra. Y nuevamente lo repito: No fue fácil, no es fácil tomar esta decisión de perdonar y sí, eso es, una decisión y no un sentimiento, porque, sinceramente muchas veces no sentimos el deseo de perdonar a aquellos que nos han hecho tanto daño.
Así que comencé el proceso hacia el perdón, un proceso que para ser verdad, trajo mucha paz y libertad a mi vida, y, aprendí que al perdonar, no solo liberamos a aquella persona que estamos perdonando, sino qué, somos liberados nosotros de estar cargando aquella pesadez de amargura y resentimiento. Te comparto ahora como fue ese proceso.
Todos los días hacía una oración siguiendo estos 3 pasos:
- Agradece a Dios por esa persona. Por su vida, por sus cualidades, por sus aptitudes, por el tiempo que tuvieron para compartir, en fin, por todo lo que se pueda estar agradecidos.
- Ora decidiendo perdonar a esa persona por las ofensas cometidas en tu contra.
- Pide a Dios que bendiga a esa persona, que le muestre su favor y su gracia como lo está haciendo contigo.
Poco a poco pude experimentar el descanso y la paz que necesitaba, y es un proceso que he tenido que seguir por varias veces en los últimos años. Me da alegría pensar y recordar, que Dios no es como yo y ÉL tiene más amor, más compasión y misericordia que yo, y me perdona y acepta aún con todas mis fallas. Te invito a que decidas perdonar en este día y que puedas experimentar el perdón de Dios que tan amorosamente tiene para ti.
Madai Herrera
Lic. en Música | Misionera | Colaboradora de Proyecto Inspira.
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