"Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía, se levantó de la cena y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida."
Juan 13:3-5 NBLA
Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en Sus manos, y que de Dios había salido y a Dios volvía, se levantó de la cena y se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida.
Esta es una porción de la Biblia que me humilla, me sobrecoge el esplendor de Jesús, de Dios hecho hombre. Me asombra que dice que Jesús, consciente de Su soberanía, de Su poder, de Su posición como Creador y Rey, hace algo que sólo los esclavos de más baja categoría harían en este contexto histórico. Es ESTA CONSCIENCIA de Quién es ÉL que lo llevó a inclinarse ante Sus discípulos, quienes son también Su creación puesta debajo de Sus pies. ¿Cómo es esto posible? ¿Es este realmente el carácter de Dios? ¿Es Él en verdad un Dios que se humilla a sí mismo para servirnos? ¿Es en serio? ¿De verdad este es DIOS y así obra? ¿Es este Su corazón?
ÉL se levantó de la cena, de una posición cómoda (¿A quién le gusta levantarse mientras está cenando para hacer algo desagradable por alguien que no somos nosotros?) para hacer algo que nosotros muchas veces pensamos que somos “mejores” o tenemos una posición de “mayor categoría” en nuestro círculo como para hacerlo, y sólo nos quedamos viendo cómo somos servidos. Cristo viene y hace que no haya palabras en mí o alguna réplica con Su actitud, y que con todo Su poder estando en Sus manos, con esas manos poderosas lava mis pies sucios que han deambulado y estado en los peores lugares.
No entiendo, como tampoco entendió Pedro, por qué está el Señor que gobierna sobre mar y viento lavando mis pies, PERO Cristo quería darse a sí mismo a nosotros. Sigo sin entender. Desde mi muy pobre perspectiva y conocimiento de Dios, ÉL no se inclinaría a lavarme los pies. ¿Por qué lo haría? PERO LO HIZO. Este sí es Su carácter, sí es ÉL.
Así es ÉL. Caigo de rodillas ante sólo esta hora de humildad. No fue lo único y no fue lo último. Esta es sólo una hora escrita de Su humildad.
Mariana Cordero.
Estudiante de Psicología / Directora del Ministerio de Alabanza en IBRAV / Nueva colaboradora del Proyecto Inspira.
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